COMIENZO MI AVENTURA FOTOGRÁFICA EN LA CIUDAD DE MÉXICO y desde el principio mi especialidad ha sido el retrato en blanco y negro de jóvenes que han nacido con un halo especial que los convierte naturalmente en el centro de las miradas; jóvenes procedentes de distintas nacionalidades y razas, pero con un denominador común a todos ellos: son seres que -aún sin proponérselo- resultan ser poderosamente sensuales.
No reparo en estereotipos de belleza masculina, pues igual importancia confiero a un joven alto, que a uno bajo; a uno delgado que a uno robusto. Lo importante es que, en todos los casos, el elemento MASKULINO siempre esté presente.
Me propongo capturar su sensualidad innata, enalteciéndola a su máxima expresión, de la manera más artística y refinada posible, emulando en todo momento el arquetipo de las esculturas mitológicas de los antiguos griegos y romanos, así como desplegando la exquisitez sensual siempre presente en los cuerpos del arte renacentista.
El desnudo masculino, desde siempre, ha sido el estandarte de lo que estéticamente se ha considerado como «bello». Hoy en día, sin embargo, muchos fotógrafos han abusado de sus formas y lo han llevado a excesos incluso pornográficos, dejando muy poco -o nada- a la imaginación del observador. Para mí, la sutileza de una pose sensual, o el desplante provocativo de una mirada, resultan más interesantes y hasta excitantes que un órgano sexual explícitamente mostrado.
Me esfuerzo por lograr que mis fotografías puedan ser admiradas por todo el mundo, mujeres y hombres por igual, sin importar su tendencia sexual. Así, el observador -hombre o mujer- es libre de regodearse y fantasear a su antojo en cada foto y con cada joven.
Mis modelos no requieren serlo de manera profesional. ¡Bienvenidos si lo son!; pero las más de las veces son neófitos en ese campo. Está bien, pues en ambos casos, el único requisito que les pido al momento de la sesión, es que sean ellos mismos, sin máscaras ni pretensiones. Sólo así podré captar su esencia intrínseca.